Researching the actualization of dance education places me in an ambiguous yet fertile field that requires careful navigation. There is no conceptualization of dance pedagogy per se, what exists is an adherence to the definitions and principles that the field of pedagogy addresses, a pedagogy that touches on aspects of general education, but not artistic and much less dance, and that the new pedagogical tendencies are closer to considerations of art and the use of the body in dance.
Dance pedagogy is only defined by the Royal Spanish Decree 632/2010, of 14 May, which regulates the basic content, where it defines the professional profile of the graduate as a highly qualified professional for the transmission and analysis of dance, its technique, and its repertoire; but it never mentions the development of critical thinking. Within its statutes it perhaps mentions openness to educational, artistic, cultural, social and scientific innovations, but from whom, from where, and why?
Freire himself (1969), according to Ortíz (2017), insisted that education is much more than simply training the student in the performance of skills; it is important to take into account the value of emotions, sensitivity and affectivity. Nor is it a finished, finished act; training implies inconclusive of the human being, of his insertion in a permanent process of search, hence the one who trains is trained and reforms in training and the one who is being trained is trained in order to subsequently train the trained being.
What can decolonial pedagogy contribute to dance?
Decolonial pedagogy can give us the possibility of being able to develop «other» pedagogies (in dance), which is not to say another pedagogy, that is to say, it would make contributions that are in accordance with our context, our students and our circumstances. Among other arguments, it would be to recognize that the diversity of dance students in the context of the Conservatory Superior of Dance of Barcelona is not only justified as a characteristic to come to learn, but also to teach. That is, to recognize the validity and importance of non-officialised «other» knowledge.
It will be seen then that an education through decolonial pedagogy is mediation, not interference or intervention. It is to bring respect to the educational space of the students, trying to positively influence their education without imposing rhythms or contents, considering what Freire (1969) argues that starts from the basic assumption of education as a practice of freedom.
On the other hand, it would encourage the construction of configurational thinking in dance (Ortiz & Salcedo, 2014), which places knowing and the process of knowing on a different path to instrumental and individual thinking that follows a means-end rationality. In today’s world there is a clear need to stimulate students’ capacity to act in a flexible, autonomous, mature, critical and configurational way. So within the pedagogical process of Danzas Furiosas I will treat the conception of formative intentions instead of talking about objectives, and pedagogical intentions rather than competences.
Ortiz (2017) repeats Bauman (2011) saying: in this new world, humans are expected to seek particular solutions to socially generated problems, rather than to seek socially generated solutions to particular problems. Thus, students must learn in school to solve the problems of the context in which they live, for which they must have abstract and holistic thinking that allows them to understand particular problems from a planetary and global perspective.
As dance education cannot be on the margins of reality, decolonial pedagogy in dance would bring diversity to the curricula, making the Higher Conservatories of Dance more inclusive and integrating; it would show that dance education is about choosing, opting and, above all, arguing our decisions and choices. That is why there is no apolitical education, all education is political, and every teacher is a potential and influential politician.
CASTELLANO.
¿Qué es lo que la pedagogía decolonial puede aportar a la danza?
Investigar sobre la actualización de la enseñanza en la danza me coloca frente a un campo ambiguo y a la vez fértil que exige navegar de manera cuidadosa. No existe una conceptualización de la pedagogía de la danza por sí misma, lo que existe es una adherencia a las definiciones y principios que el campo de la pedagogía aborda, una pedagogía que toca aspectos de la educación general, pero no artística y mucho menos dancística, y que las nuevas tendencias pedagógicas más bien se acercan a consideraciones que tiene el arte y el uso que se tiene del cuerpx en la danza.
La pedagogía de la danza fríamente sólo se encuentra definida por el Real Decreto 632/2010, de 14 de mayo, por el cual se regula el contenido básico, donde define el perfil profesional del graduado, como un profesional altamente cualificado para la transmisión y análisis de la danza, su técnica, y su repertorio; pero nunca menciona el desarrollo del pensamiento crítico. Dentro de sus estatutos tal vez menciona la apertura a las innovaciones educativas, artísticas, culturales, sociales y científicas. ¿Pero de quién?, ¿de dónde?, y ¿por qué?
El propio Freire (1969) de acuerdo con Ortíz (2017), insistía en que formar es mucho más que simplemente adiestrar al estudiante en el desempeño de destrezas, es importante tener en cuenta el valor de las emociones, de la sensibilidad y de la afectividad. Tampoco es un acto acabado, terminado, la formación implica la inconclusión del ser humano, de su inserción en un permanente proceso de búsqueda, de ahí que quien forma se forma y reforma al formar y quien está siendo formado se forma para posteriormente formar al ser formado.
¿Qué es lo que la pedagogía decolonial puede aportar a la danza?
La pedagogía decolonial puede darnos la posibilidad de poder desarrollar pedagogías “otras” (en la danza), que no es decir otra pedagogía, es decir, haría aportes que estén de acuerdo a nuestro contexto, nuestrxs estudiantes y nuestras circunstancias. Entre otros argumentos, sería reconocer que la diversidad de lxs estudiantes de danza en el contexto del Conservatorio Superior de Danza de Barcelona no sólo se justifica como característica para venir a aprender, sino también para enseñar. Esto es, reconocer la validez e importancia de los saberes “otrxs” no oficializados.
Se verá entonces que una educación a través de la pedagogía decolonial es mediación, más no injerencia o intervención. Es aportar respeto al espacio educativo de lxs estudiantes, tratando de influir positivamente en su educación sin imponer ritmos ni contenidos, considerando lo que Freire (1969) argumenta que parte del supuesto básico de la educación como práctica de la libertad.
Por otro lado fomentaría en la danza la construcción de un pensamiento configuracional (Ortiz & Salcedo, 2014), el cual ubica el conocer y el proceso de conocer en un camino diferente al pensar instrumental e individual que transita por una racionalidad medio-fin. Actualmente en el mundo es evidente la necesidad de estimular en lxs estudiantes su capacidad de actuar de manera flexible, autónoma, madura, crítica y configuracional. Así que dentro del proceso pedagógico de Danzas Furiosas haré un tratamiento hacia la concepción de las intenciones formativas en lugar de hablar de objetivos, y de intenciones pedagógicas más que de competencias.
Ortiz (2017) repite a Bauman (2011) diciendo: en este nuevo mundo se espera que los humanos busquen soluciones particulares para los problemas generados socialmente, en lugar de buscar soluciones generadas socialmente para problemas particulares. Es así que lxs estudiantes deben aprender en la escuela a resolver los problemas del contexto en el que viven, para lo cual debe tener un pensamiento abstracto y holístico que le permita comprender la problemática particular desde una mirada planetaria y global.
Como la educación en danza no puede estar al margen de la realidad, la pedagogía decolonial en la danza aportaría diversidad a los currículos, haciendo que los Conservatorios Superiores de Danza sean más incluyentes e integradores; dejaría ver que educar en danza es elegir, optar, y, sobre todo argumentar nuestras decisiones y elecciones. Es por ello que no hay ninguna educación apolítica, toda educación es política y todo profesor es un político en potencia y en ejercicio influyente.