Antropocentrismo en la infancia.

Aunque sea innegable las aportaciones de Montessori al compendio de pedagogías que contemplan al siglo XX, cabe rescatar que mucho de su texto aun se encuentran rasgos muy antropocentristas, y no solamente de cara a lo que es relacionado con el género, sino también con el hecho de que el mismo “hombre” resulta como un detonador o responsable de su desarrollo. Esto es muy claro al encontrar conceptos relacionados con la disciplina, el trabajo, la voluntad, el análisis, la precisión, y el perfeccionamiento. Montessori contempla que ya al niño como un “hombre” de ahí que su primer texto lo subdivida en dos partes, ha decir verdad, es como si el mundo tal y como lo conocemos los adultos ya es algo que está integrado de manera automática en la niñez.

Es de rescatar como Montessori plantea una serie de habilidades y destrezas a desarrollar en la infancia por medio del trabajo, realizando a pequeña escala una reproducción del mundo adulto. Aprovechando el ímpetu y la motivación que despierta el reproducir los patrones ya observados en los adultos. Pero, en este caso me cabe las preguntas:

¿El realizar directamente nuestras tareas como mayores, se refleja directamente como infantes? O en su caso inverso ¿el cómo los infantes aprendan a realizar tareas, reflejarán esto en su madurez?.

Haciendo una revisión hacia mi propia experiencia creo que en realidad es cierta, durante la lectura me he podido reconocer en el método de como enseñarme a realizar las tareas, sobre todo en aspectos como la disciplina, el trabajo y la precisión. Es decir, que estos conceptos al haber sido exigidos durante mi pronta educación me han acompañado posteriormente en consecuente desarrollo.

Sin embargo, cuando Montessori menciona, “una de las obras prácticas mas importantes de nuestro método ha de estar al hacer penetrar la educación muscular en la vida misma de los niños, agregada a la vida práctica de cada día, porque ha de introducir plenamente la educación de los movimientos en el conjunto único e inseparable de la educación de la personalidad infantil”.

De ahí que por una parte me parece muy noble, pero al mismo tiempo muy arriesgado saber que nuestra labor docente se reflejará posteriormente en la personalidad e identidad de un adulto. Este adulto si lo llevamos bajo estos parámetros tendrá por una parte una relación directa con un aprendizaje práctico, pero aún tengo mis interrogantes donde se contemple, el error, el fracaso y la anarquía en la cual el mundo infantil hace que sea lo que és y no lo que deseamos que los adultos sean.

Desde mi perspectiva personal, creo que existen directrices muy acertadas por Montessori pero que tal vez responden a una época y un contexto muy concreto donde se contemplaba de alguna manera solo ennoblecer por medio de la educación con su debida libertad, pero no se contempla una visión mas amplia de lo que serían otros parámetros que nos preparen para nuevos horizontes.

Bibliografía:

Montessori, M. (1909). Educación de los movimiento. En El descubrimiento de la infancia. Método de la Pedagogía Científica. 89-113pp.

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