Eugenio Barba menciona que forma, ritmo y flujo. Son tres perspectivas diferentes relacionadas con la acción del actor. Tres caras de una misma moneda. Y es aquí donde mi cuerpo con sus herramientas técnicas e interpretativas tomó diferentes formas en cada una de las estaciones o sillas dispuestas de manera lineal en el dispositivo escenográfico, algunas veces, buscaba la adaptación del mismo cuerpo como lo dicta el uso ordinario de una silla y, en otras ocasiones, se dedicó a buscar otro tipo de interacciones con el mismo objeto coreográfico, ya sea arriba de la silla, de espaldas al público e incluso tumbado de manera horizontal al suelo; formas no comunes de transitar y esperar, de las cuales ahora analizo y podrían existir miles, muchas más.
El nacimiento de la pieza comenzó con improvisaciones con diversos estímulos, siendo el primigenio y único concreto o claro, el de las sillas. Las improvisaciones poco a poco fueron dando una forma y una estructura, aunque no relataban nada. Buscando estimulación surgió en apoyo la utilización del texto. En este primer acercamiento a esta composición, el texto, dio un ambiente más cargado, significando a la espera que se volvía recurrente, un recurso que sirvió como estímulo compositivo para el solo; develando un ambiente cargado de una nostalgia, pero con una contención de la emoción. Un ritmo que estimulaba la expansión y lo entrecortado de ciertos movimientos que se fueron diseñando en el tránsito a través de la formación de las sillas. Aunque cabe resaltar que la energía se mantuvo dentro de una misma tónica sin grandes cambios en la estructura.
Michael Polany menciona que el actor debe lograr un equilibrio entre conocimiento focalizado y tácito. Hago hincapié en esta cita, por que más allá de la composición hecha por uno mismo, la revisión de tu misma interpretación requiere de un nivel de auto observación a diversos niveles. No sólo como el ojo externo del coreógrafo o director, sino también como el ojo interno u orgánico del intérprete que da vida a lo que se va construyendo dentro de los paradigmas que plantea el solo. Éste ha sido uno de los componentes más complicados de controlar, el poder manejar el trabajo en solitario, el cómo realizar cambios en el ritmo y el flujo del solo. En éste auto análisis sobre como manejar esta separación y alternancia de éstos elementos, en el poder encontrar variaciones de acentos, dinámicas y distintos colores de energías; es cuando encuentro el término del conocimiento tácito.
La energía es comúnmente definida como una fuerza de trabajo, en esta ocasión, es un componente que a lo largo de Sterile Zone busca habitar posturas precisas articulando diversas tensiones. Puedo definir que la energía en este ejercicio limita al cuerpo a realizar un recorrido por entre las sillas en una especie de trenzado comenzando en un principio con la estación o silla más cercana al espectador, para subir y bajar a través de ellas hasta llegar al inicio de las mismas.
Los desplazamientos que realizaba el cuerpo comenzaron a desarrollarse de manera lineal de arriba a abajo dejando poco espacio (dentro de esta partitura física) a cambios energéticos a realizar contrastes dentro de la dinámica, cambios inesperados para el espectador. Aun queda por descifrar poder bailar en el cuerpo con los diseños escenográficos que he planteado en el espacio.